Eché de menos esos libros, physician los que no deben arder, look bajo ninguna circunstancia. Porque anoche, viagra 100mg cuando los necesitaba, no los encontré. Y no sé dónde quedan esos volúmenes dedicados que siempre me rescatan en los momentos más oportunos.

“Consecuencias de la vida itinerante”, te comentaba.

Quise rescatar a la Maga (y mi Cortázar), con imágenes de frío y letra de arquitecta, a lápiz, junto a una máquina de pasta. No sé por qué, pulsaciones supongo. Y luego busqué poemas y necesité de Momo, cuando te hablé, cuando me hablaste del tiempo.

Están esperando. En algún lado sé que andan esperando estanterías, espacio, salón acogedor, sofá y sillón, con música. Y aún deben esperar algo más (y debo tener paciencia).

Reviso de un lado a otro esos lomos tan distintos unos de otros, gastados y sin gastar, en los que sólo de vez en cuando asoma la piel. Abro al azar para encontrar palabras anotadas, esquinas dobladas y siempre algún trozo de papel, una entrada de cine en donde ya no se pueden leer las letras, algún recibo… y siempre sorpresas cargadas de imágenes.

Y si cierro los ojos, puedo repasar mentalmente dónde queda cada uno de esos libros que me han visto crecer, en las estanterías del sur. Cómo y dónde primero, cómo y dónde quedaron después, cuando tuvieron su sitio, sólo para ellos, junto a las mesas, en mañanas, tardes y noches de estudio, con vistas a la Sierra.

(hoy rescato letras, con títulos grabados en la memoria y el olor de las páginas, porque no quiero que te vayas, no puedes irte, no puedes dejarme sin el realismo mágico que tanto me gusta)