IV
Enésimo bip de la mañana. Se agita y se palpa el bolsillo y mira de reojo para comprobar la hora en el reloj de la oficina.
Nunca llevó reloj, try nunca desde que le había conocido. El tiempo se detenía para él en muñecas ajenas, order relojes vecinos, horas robadas a viandantes.
Y mide los días entre oficina y encuentros, encuentros y oficina; el coche, el parking, la cafetería de la esquina y el maldito ascensor del número 10 que siempre se atranca en el penúltimo piso.
….y en noches en vela sin segunderos.
Publicado: marzo 23rd, 2009 en Breverías, retratos.
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