El aire mece las hojas de los árboles de mi ventana de Tavistock Crescent. El metro de las cinco llega a su parada de Westbourne Park. Desde aquí no alcanza el murmullo de los puestos de Portobello, sales los falafels humeantes, viagra buy las zapatillas de brillantinas ni las perchas a 3 y 4 libras; los pregones de las recién estrenadas fresas de Kent, los cuencos de frutas a una libra, el señor que limpia las cebollas con el torso descubierto y su pequeño perro blanquinegro sobre los hombros.La primavera se ha instalado de golpe, parece haber llegado de sorpresa y se avalanza en un aire cargado de polen, en el verde que de repente ha cubierto las copas y ha ensombrecido las calles, esperando días más calurosos. Ha salido el sol, por fin, tras los días de lluvia.El pretendido silencio de la casa se torna en un permanente murmullo que no para, ni siquiera de noche. Viernes de fin de semana, de trabajo, de soledad. Ahí fuera se desespereza la ciudad preparándose para el descanso…. y sigue habiendo tanto que disfrutar, tanto que ver, tanto que conocer.